viernes, 9 de septiembre de 2011

TIEMPO DE EMBARAZOS...**

Si no supiera de buena tinta que algunos caracoles pueden alcanzar velocidades supersónicas en sus desplazamientos, y que está demostrada su fiabilidad y seriedad como mensajeros, muy por encima de la injustamente atribuida a las palomas, pensaría que hoy es el típico día que se arrastra con la teórica lentitud de dichos animalillos... Pero no solo eso... En mi trabajo, y salvo cuando pasa algo, tengo la impresión de estar viviendo en el eterno presente...

Las personas entran, pasan, salen, y desaparecen; algunas veces para regresar al cabo de diez o quince minutos (o una hora y picio), según su categoría en la escala empresarial; y otras muchas veces, desaparecen, como algunos clientes... Y según avanza el día, aumenta el cansancio, y también el cansancio, sus cuerpos y caras se difuminan ligeramente; al final de una jornada de las largas, casi me es indiferente que sean hombre o mujeres, niños o niñas, trolls o elfos... Eso sí, no se me cuela ni el gato del vecino...

Son tantas las veces a lo largo de la semana que debo pensar seriamente en qué día vivo, que debería usar algún tipo de calendario... La hora "oficial" del establecimiento me la da el ordenador y las llegadas de ciertos empleados... El día, más o menos, me lo confirma el reloj... aunque viví, "con intensidad", el 31 de febrero... Mi reloj es analógico, y me olvidé de ajustar el calendario...

Pero la mejor forma, y quizás la única, de darte cuenta del paso del tiempo, y por supuesto, de mis altas cotas de despiste, son las embarazadas... Un buen día, te das cuenta de que una chica parece estar echando tripita... lo consultas con tu compañera, y te responde: "¿Pero no te has enterado, de que está embarazada de cuatro meses?" Y a partir de aquél día, tu mayor ansiedad es llevar más o menos el control del tiempo... mientras que ves que la barriguita engorda, hasta alcanzar un tamaño considerable... Preguntas una vez más, y te dice: "Estoy de seis meses y medio...", por lo que al imaginártela cuando dé a luz, ves una calabaza, tipo "Ruperta"... Un buen día, llega el típico correo: "Como sabéis, nuestra compañera XX va a ser mamá dentro de poco. Estamos haciendo una colecta para comprarle un regalito, la aportación será de X euros"... Pasan los días, te enseñan el regalito en cuestión, y muchas veces lo depositas en la zona franca... Otro día, te enteras de la entrega de premios (casi siempre en la cocina, por no molestar)... y de repente, esa persona, cuyo embarazo has estado siguiendo con moderado o gran interés según una combinación de múltiples factores, como por ejemplo, su simpatía, o si te "ve" como hacen los "navi", desaparece, se esfuma...

Varios días después, preguntas a tu compañera o alguien de confianza si hay noticias de esa chica/señora/joven/futura mamá... Y es entonces cuando te dicen: "¡Pero si está de baja! La semana pasada tuvo un hermoso niño/niña, que pesó tres kilos ochocientos gramos..." A partir de ese momento, tú desconectas: te has quedado huérfano de marcadores genéticos, has perdido tu punto de referencia en el ombligo de la chica embarazada, y sigues trabajando...

Un buen día, una cara que te suena, llevando un carrito de bebé, te saluda desde la puerta: casi siempre, es una visita de cortesía, para enseñar al retoño, recolectar parabienes, saludar a los compañeros... Algunas jornadas después, viene de nuevo, pero ya para trabajar de nuevo... Y te das cuenta de que se han esfumado otros cuatro meses y medio de tu vida, y que ni siquiera quedaría el menor rastro de ellos, si no tuvieras el vicio de escribir... para dejar constancia del paso del tiempo...

Pasan los días, llegan nuevas remesas de embarazadas a tu memoria, comienzas de nuevo a pensar en los viejos temas de siempre, en tus deseos más o menos secretos, que son más bien un secreto a voces... y, en el fondo, te planteas seriamente el apadrinamiento temporal de alguna de aquellas hermosas barriguitas... pues sabes de sobra que sería la manera más sencilla de sentirte padre, aunque fuera en el fugaz instante de sentir esa fugaz patadita... que sin ser nada tuyo, has visto pasar tantas veces por delante de ti...