miércoles, 21 de septiembre de 2011

SOBRE LAS INOCENTADAS

No entiendo las inocentadas... ni las que se hacen con mala leche (las típicas que luego retoman en programas como "La Batidora"), ni siquiera las que hacen los niños (que a veces son mucho más crueles...). No le veo la gracia a reírse de la desgracia ajena, ni poner en evidencia a las personas por sus fallos o defectos...

Sin duda alguna, lo que más me joroba es que se haya convertido, lo que en principio fue una tragedia de proporciones bíblicas, como fue la matanza de todos los primogénitos por los emisarios del faraón, si es que te crees esas historias, por supuesto, en algo divertido... Suponiendo que fuera algo cierto, algo histórico y por lo tanto, demostrable, no creo que les hiciera ninguna gracia a toda aquella legión de fantasmas (si es que crees en ellos) que cada año, un grupo de personas que no tiene nada mejor que hacer, se ponga a hacer putadas y gilipolleces... presuntamente para divertirse... a costa de un tercero que, por supuesto, no está en el ajo...

Porque ese es uno de los principios rectores de las inocentadas: es a) una putada; b) que se prepara contra alguien en concreto; o c) contra cualquier persona; d) se realiza ante testigos; e) mucho mejor si se graba con una cámara; f) y si lo puedes colgar en la red, mucho mejor; g) para que todo el que lo vea, se descojone (o desovariee); h) de la situación; i) o de la persona.

Todos hemos preparado alguna inocentada durante nuestra vida, da igual que fuera el típico cubo de agua dispuesto en equilibrio en la puerta de la clase, la típica mosca escondida en un terrón de azúcar, o la típica flor que escupe agua... Y utilizo la palabra "típica" a propósito, porque estas son algunas cosas que no hacen realmente daño a nadie, que es una risa sana, estúpida, pero sin mala intención... Otra cosa son las mierdas artificiales que se ponen en el retrete de chicas, sobre la tapa; el vómito artificial que se esparce por las esquinas; o manchar de aceite la parte delantera de un pantalón... Estas hacen menos gracia... Y por supuesto, los dichosos zumbadores eléctricos en la palma de la mano, las pistolas de tinta o los polvos de talco ya empiezan a pasarse de la ralla... Y lanzarle "blandi-blub" a la cabeza a una niña no me parece sano; o llevar a una persona a una situación extrema, por ejemplo simulando una entrevista laboral, o una reunión de negocios... El problema estriba, demasiadas veces, en la definición del término "broma" y su diferencia con el término "putada"... Para terminar como en la película "Carrie", cuando la sensación de vergüenza por haber sido engañada por sus compañeros de clase desemboca en un episodio de piroquinésis...

No, desde luego que no me gustan las inocentadas, ni gastarlas, ni mucho menos, padecerlas, y por eso trato incluso de evitarlas cuando apuntan hacia los demás... Quizás sea por mi "complicado" sentido del humor y mi exacerbado sentido del ridículo... Mi mujer a veces me dice que el sentido del humor lo perdí al nacer... Y yo le respondo que está muy equivocada, que mi sentido del humor es predominantemente negro, por no decir negrísimo... y por eso, prefiero no gastar inocentadas a nadie...

Me jode que me pillen por sorpresa, caer en una inocentada, y mucho más si es ante testigos... y si encima se graba y se difunde... puedo ser muy rencoroso... De todas formas, en días como el de hoy, procuro evitar las aglomeraciones... y llevo los escudos deflectores activados a la máxima potencia... No me fío ni de mi padre... y menos si llevan las manos a la espalda, y una extraña sonrisa en los labios...

Además, conocí a mi mujer un 28 de diciembre... y ahora nos estamos divorciando... Mayor inocentada que esa...