viernes, 30 de marzo de 2012

LA LLAMADA DE LA ISLA.


Noche confusa de invierno y de ruido, de coches, de gente, de compras y de regalos, busco refugio en mi cuarto, hastiado de todos aquellos olores que resuenan en las paredes de mi silenciosa estancia, asfixiado por las imágenes que percibo a través de las paredes, de las ventanas, delgadas promesas de incumplida intimidad...

Por eso, decido evadirme, a cualquier otro lugar, lejos de estas fiestas, de estas bacanales paganas, de todo este ambiente que me agobia y me asquea... De toda esta puta sociedad, que celebra la gran fiesta del consumo... comparable solamente a la gran orgía de las rebajas de Enero... y de las de febrero, con el dichoso San Calentín...


Decido escuchar la llamada de la isla, de mi isla, escaparme rumbo al Caribe... aquél rincón lejos del tiempo y del espacio, mezcla turgente de blancos, de azules, de verdes, de ocres, de negros, de rojos, de nubes y palmeras, de sonoro nombre preñado de promesas: Bora Bora...


Me siento en el suelo, adoptando la posición del loto, o algo parecido, con la espalda levemente apoyada contra la pared, un bastoncillo de incienso en el pebetero, el sonido de las olas, del viento, de las palmeras, saliendo de los altavoces, el vapor del humidificador cargado de sal gorda en la cara, crean una atmósfera propicia al viaje... Me relajo lentamente, miro el mar, aquél poster que tanta compañía nos hizo a los dos en el vestuario, para romper la ubicua extensión beige industrial... Me atrapa ese azul intenso virando casi al turquesa... los reflejos del sol en las olas... el olor de la sal...


Hasta que de repente, me caigo dentro....


Con un leve movimiento, miro el sol, tan arriba, más allá de las olas, que parece inalcanzable... Un banco de peces payaso se acerca, y sus colores me envuelven... Me siento libre en el agua, pero tengo que respirar...Mil burbujas me acompañan a la superficie, como diamantes del mar, y mis pulmones se llenan, por fin, de aire salado... Me pongo a nadar perezosamente hacia la orilla... Tiendo mis manos hacia el sol, mis brazos son fuertes, esculpidos, mi piel morena, bronceada, tan distintas de mi espectral tonalidad invernal...


Por muchos viajes que realizo a Bora Bora, la isla cuya imagen compartimos los dos, día tras día, durante tantos meses, hace tanto tiempo, siempre me sorprende que todo sea tan real... Normalmente, llego en mitad de la pequeña bahía, y nado tranquilamente hasta alcanzar la arena blanca, me tumbo unos minutos al sol, sobre una toalla azul... Los rayos del sol, cálidos, me van secando lentamente.. Perezoso, me estiro, acomodando mi espalda sobre la blanquísima arena, y, como siempre, me adormezco... Es el final del sueño... En este punto, siempre me despierto, regresando a mi habitación, a la ciudad, al ruido, al caos del tráfico, mientras en mi nariz permanece el olor a mar...


Pero esta vez, no...


Esta vez, intuyo que no estoy solo, en mi parcela de playa, y quizás fue todo un sueño dentro de otro sueño, pues en la figura femenina que se acerca, caminando lentamente por la playa, me parece reconocerla a ella... Tampoco me habría extrañado, de todas formas, se trata de un sueño... Pero no... Es una hermosa desconocida quien se acerca, lentamente... Algo en sus cabellos, largos, casi hasta la cintura, albinos casi de puro rubios, me recuerda un antiguo amor... Es alta, casi tanto como yo (y con este cuerpo, mido casi dos metros diez), pero ni le sobra ni le falta nada... Su piel, bronceada, tiene la tonalidad del café con mucha leche, y por ello resaltan más su bikini granate, y su pareo... Es coqueta, y lleva un gran sombrero de paja, y un pequeño bolso... Es, en cierto modo, la encarnación de mi mujer ideal, a base de todas aquellas que me han atraído en los últimos años: esto se confirma plenamente cuando me sonríe, haciendo gala de unos bellísimos dientes blancos, y al quitarse las gafas de sol, aparecen unos increíbles ojos de color verde botella...
Se acerca donde yo estoy, me sonríe, y me tiende la mano... Luego, aproximándose un poquito más, me dice, con esa voz que sabe a mango y a guayaba: "¿Te apetece dar un paseo por la playa?"... Qué más se puede pedir: una isla paradisiaca, una playa desierta, y una hermosísima mujer...


Caminamos un rato por la orilla, el agua cálida lame nuestros pies... En un momento dado, dejamos todas las cosas en la arena, y nos dirigimos al agua... Está perfecta, y ella "es" perfecta... Sus turgentes y sedosos labios llenan todo mi universo, cuando en el agua poco profunda, enlazo su cintura, y la beso...


¿Se puede hacer el amor durante un viaje astral?


Me temo que nunca lo sabré, al menos, no esta vez... Ella estaba dispuesta a experimentar algo nuevo, diferente... Y yo también, claro, y estábamos mirando la toalla azul, enorme, sobre la arena... ¡Habría sido tan fácil llevarla de regreso a la playa, despojarnos de toda la ropa, y amarnos a la sombra de la palmera!


Pero la culpa fue suya, mejor dicho, de su beso... Pues evocó en mi recuerdo ciertos alimentos, como la guayaba, el mango... Me entró un hambre atroz... Y recordé que tenía ensalada de frutas tropicales y pizza en la nevera...


Salí a toda prisa del sueño, sin mirar atrás, tan hambriento que me habría comido cualquier cosa... Y me desperté, de nuevo, en mi pequeña habitación alquilada, con el bastoncillo de incienso consumido, el cd sonando en el vacío... y todos los ruidos de la odiosa navidad en el ambiente...


De este viaje, que espero repetir un día de estos (pero habiendo cenado antes), me han quedado buenos recuerdos... y dos dudas: la primera, cómo es ella verdaderamente, pues si yo, bajito, gordito (algo así como Santiago Segura, pero en feo) me convierto en un Adonis de dos metros y pico y cuerpo esculpido con un cincel... me temo mucho que ella, si existe, habrá hecho justamente lo mismo... La segunda duda: si hubiéramos hecho el amor en el sueño, sin ninguna protección... ¿nueve meses, se habría pasado por mi playa, para reclamarme una pensión?

RECORDANDO A "GWENDOLYNE"...


Algunos sábados, como hoy, me pregunto qué es peor, ¿levantarte con resaca o con jaqueca? Por lo que recuerdo de algunas históricas noches de farra por Malasaña, se supone que para tener resaca, al menos tienes que haberte ido "de caza" (más bien a hacer el moñas que cualquier otra cosa), y haberte tomado algo en cuatro o cinco garitos... Intentando burlar el garrafón lo mejor posible... Y normalmente, tu límite de ingesta de alcohol venía limitado por tu capacidad adquisitiva, pues en el instituto y en la facultad, seguías dependiendo del presupuesto familiar... No era extraño, tampoco, el regresar caminando por la Castellana, casi de amanecida, con algún que otro topetazo contra los árboles y los buzones que se empeñaban en colocarse en tu camino...


Eran otros tiempos, por supuesto, el "botellón" no surgiría hasta mucho tiempo más tarde, y los chinos que repartían comida caliente al amanecer todavía estaban diseñando el negocio en Cantón... Eran los principios de los 90, y lo más que innovaban ciertos garitos de Moncloa era con los dichosos "litros", de cualquier cosa con alcohol, se entiende, casi siempre en vasos de plástico, y servidos desde algunas botellas de aspecto bastante sospechoso... y el colmo de la sofisticación era cuando te ponían unas 10 o 12 pajitas de colores: entonces, te sentías parte de los "vip´s", al no tener que andar compartiendo babas en el borde del vaso... ¿Qué, tal vez piensas que por usar la pajita de marras no te vas a beber las babas del vecino, o a dejar las tuyas? No, no es algo que recuerde con demasiado cariño...


Pero sobre todo, cuando te ibas a tomar unas copas con los amigos, o a ver amanecer, lo hacías sobre todo por estar con ellos, con aquellas personas que realmente te aportaban algo... Sí, ibas más o menos a la moda del momento ya fuera por el barrio donde vivías, por tu instituto, pero intentabas poner algo de tí mismo en tu aspecto exterior, como por ejemplo el ir siempre en vaqueros, o usar una cazadora de cuero negra... Mas tu aspecto era, en el fondo, lo de menos: por ciertos bares, eramos clones los unos de los otros, y con las greñas y el pelo largo, te podías llevar más de un chasco... Lo realmente importante, era que salías con tus amigos, para estar con ellos, tomarte unas copas, hablar de los temas que te apetecía (mujeres, generalmente... y algo de fútbol), y disfrutar de aquellas horas robadas al sueño... Eso sí, casi todo el mundo fumaba, y no solo cigarrillos... ¿quién no le ha dado alguna calada a un porro, cuando te lo han pasado?


Y se te acababan las "pelas", o bien no querías volver pronto a casa, y entonces, pasabas a una nueva fase... Casi todos los noctámbulos nos íbamos agrupando en los últimos garitos que quedaban abiertos (como "El Tren" de Huertas, y otros parecidos...), y cuando realmente no había un sitio donde quedarse, muchas veces terminabas compartiendo camino, charla y confidencias con una persona que apenas conocías, pero que en aquél momento te contaba cosas que parecían importantes... algunas de ellas incluso decisivas... pero no las ibas a recordar al día siguiente... Los más afortunados, ligaban con alguna de las chicas del primer o del segundo local, y lo más complicado seguía siendo separarlas de su grupo de amigas, eso cuando no decidíais directamente juntar chicos y chicas, y por supuesto presupuestos, y te pedías un par de litros de "leche de pantera" (todo un clásico de Moncloa), o el socorrido "cubata" (si en la etiqueta de la botella ponía "Diick", chungo...), para ir calentando el ambiente... y sobre todo en aquellos garitos que ponían música (la SGAE existía, pero no era tan cabrona como ahora), era inevitable que entre trago y trago, dijeras alguna estupidez, y terminaras bailando con la más fea (o con el más feo)... Sí, mucho "Litros de alcohol, corren por mis venas, y qué...", pero luego eramos chicos buenos...


Eso sí, no fallaba, a la hora del cierre, cuando los camareros querían echarnos del local, en vez de "Iron Maiden", "AC/DC" o "Kortatu", y seguro que para romper esa extraña mezcla que incluía también algo de "Hombres G", temas de "Alaska y Dinarama" (¡Impresionante, "A quién le importa"!), cosas de "Loquillo" y de los "Inhumanos"... en algunos garitos, era inevitable mirar el reloj cuando, a las dos de la mañana, te colaban algo de "Europe", o de "Julio Iglesias"... y además, encendían las luces... El mensaje estaba claro: era la hora de cerrar, de dar una última vuelta por el barrio buscando garitos que se saltasen el cierre, es curioso, que en algunos sitios la gente estuviera "apurando la última copa, señor agente, mire usted..." a las cuatro de la madrugada... y eso, todos los viernes y sábados del año...


Eso sí, lo que permanecía inalterable, era el resacón de la mañana siguiente, sobre todo si habías estado mezclando tu bebida habitual (en mi caso, vodka con zumo de piña), con las inevitables rondas de los litros (cuando empezaron con la sangría de brick, perdió mucho glamour..., y con el cubata...). Y con demasiado tabaco, era imposible llevar la cuenta de los que tú fumabas, y algunas noches salías de casa con dos paquetes de Camel y volvías con medio de Fortuna y dos cigarillos de Ducados... Ese despertar, el sábado, lo más tarde posible, aunque tu vecina nunca controlaba demasiado bien el factor tiempo a la hora de ponerse a pasar la aspiradora, y mover todos los putos muebles... O tu familia, con la tele a todo trapo... O el pajarraco que se pone a cantar precisamente en tu ventana... Mil factores que culminan en el único desenlace posible: te acabas levantando de un salto, con un dolor de cabeza de mil demonios, y prometiendo que la semana que viene no volverás al mismo bar... y lo más triste es que, después de las tres primeras copas, ya no recuerdas exactamente en qué garito habías pasado media noche... hasta que ponen, de nuevo, "Gwendoline" para cerrar... Y te quedas en casita, como un niño/a bueno/a, casi siempre por cuatro motivos: a) tienes un cansancio brutal; b) tu resaca es astronómica; c) sabes que tus amigos estarán igual; d) no te queda un duro de la asignación semanal...


Ni fueron demasiadas las noches pasadas con la tropa por Huertas o Moncloa, ni todas las veces volvías a casa mal, era según los días... Pero estabas con los colegas, haciendo un poco el ganso, y pasandolo bien... Un poco más mayor, en la Universidad, descubres otro tipo de fiestas, en casas de amigos, algunas de ellas son de disfraces, otras incluyen algo para picar, algunas se desmadran completamente, otras solo un poco, a veces aparece la Policía por "escándalo público y música elevada", pero en general, lo pasas bien, conoces gente, y en cierto modo, evolucionas...


Y ahora, cuando llevo todo el día con una monumental jaqueca... De repente, me acuerdo de aquellos tiempos, de aquellas tardes de sábado, de la vecina, de la familia... y cómo no, de la resaca... Y lo echo de menos... básicamente, la juventud... la escasez de preocupaciones... aquél ambiente en los garitos...


¡Pero sigo odiando cuando ponen "Gwendolyne"! ¡En cualquier parte!


EL DOCTOR CHIQUI.


Todo empezó hace dos meses, aproximadamente, cuando pillé a nuestro gato, una fiera corrupia, campeón absoluto en la categoría de "morrongus domesticus pufensis", o sea, un gato-puf doméstico, con sus casi siete kilos de peso, y su casi un metro de largo (de punta de hocico a punta de rabo estirado), mirando con tremenda atención un libro de anatomía en el despacho de mi mujer... No sé, algo en su comportamiento me llamó la atención... Tal vez fuera el encontrarlo sentado en la silla, con el libro (uno de los habituales tomazos de Medicina) perfectamente ubicado en mitad de la mesa (vale, encima del portátil...), con la lámpara encendida, y pasando las páginas parsimoniosamente, sin olvidar de humedecerse la almohadilla con la lengua...


Realmente, era una imagen extraña, aunque solo fuera porque, para escoger ese tomo en particular, se había tenido que leer (sí, leer) los lomos de los otros cincuenta libros similares, de mil y una materias, que se acumulan en la estantería: Botánica, Bricolaje, Genética, Cocina, Viajes, Química... Pero no solamente estaba leyendo los textos explicativos... también iba avanzando o retrocediendo, volviendo las hojas cuidadosamente con la primera uña de la pata izquierda, usando además su rabo para marcar alguna página que le parecía importante... Vamos, que solamente le faltaban la visera o los mitones, para encarnar al perfecto "ratón de biblioteca"...



Posiblemente sorprendido por mi aparición, al verme entrar en el despacho, quiso disimular, lanzando un airoso maullido, y de un poderoso zarpazo, cerró el tomo, apagó la luz, y se marchó, con su digno contoneo de barriga cervecera, por el largo pasillo... "Es una coincidencia, seguro...", afirmé, mientras colocaba de nuevo el dichoso tomo en la estantería, y me olvidaba temporalmente del tema... Pero tres días y cuatro horas más tarde, mientras preparaba la cena, escuché un estruendo... que también procedía del despacho de mi mujer... Al entrar, veo a Chiqui, nuestro curioso gato lector, medio sepultado, por la Gran Enciclopedia Larouse de Enfermería... ¡Y a pesar de todo, estaba consultando atentamente el apartado de Rehabilitación! Y una vez más... me miró indignado por interrumpirle en sus estudios... Arqueando el lomo, salió del extraño conglomerado, y se fue, caminando tranquilamente, con su gran tripa bamboleándose...



La siguiente semana fue de esas que dejan huella... al menos en los tomos de la Enciclopedia que se estrellaban contra el suelo a cualquier hora de la tarde... Por lo que opté por retirar los demás muebles, y extender sobre el suelo aquellos volúmenes por los que nuestro "morrongo ye-yé" mostraba predilección: un tomo de anatomía humana, otro de fisioterapia, un tercero de quiropraxis, un cuarto de "Masaje sensual para parejas" (que no recordaba haber comprado)... y un libro-comic sobre los campos de exterminio llamado "Maus"...



A las dos semanas, se aclaró la incógnita... y comenzó la terapia... Chiqui siempre ha sido un gato elitista, y tremendamente exigente para todo, desde comida (para él, las latitas de paté son caca... y se priva por el queso blanco y los mejillones picantes... y los langostinos y las gambas frescos o cocidos), hasta su lugar de reposo (últimamente la ha tomado con mi sillón de orejas)... y por supuesto, su lugar favorito para dormir la siesta: con las patas y la cabeza apoyadas sobre mi brazo izquierdo, y todo el cuerpo apoyado contra mi costado... Pero ese día, no fue igual... La espalda y las lumbares me dolían una barbaridad desde hace meses, incluso tumbado boca arriba...



Cual no sería mi sorpresa al ver que, sin adoptar la posición que tanto le gustaba, empieza a meterse debajo de mi cuerpo, y entre cabezazos, pequeños zarpazos y maullidos destemplados, consigue que me tumbe boca abajo... Luego, a base de morder la funda nórdica, la retira completamente, dejando mi espalda al descubierto... Minuciosamente, empieza a caminar por toda ella, con su hocico pegado a mi piel, incidiendo sobre todo en dos puntos que parecen interesarle mucho: la quinta vertebra lumbar, y la paletilla izquierda... Empezó a ronronear como un loco, como un auténtico motorcito fuera borda... y lo más curioso fue que enseguida experimenté cierta mejoría... Acto seguido, comenzó otra vez a percutir en la columna con sus patas delanteras, sobre todo en los puntos antes mencionados... Por último, noto que se aleja de mí, y por el rabillo del ojo veo que se ha subido de un salto al ropero, derribando a su paso muchos peluches, y, tomando carrerilla, pega un salto tremendo (hay sus buenos tres metros entre el ropero y la cama), y aterriza, con sus casi siete kilos de peso... ¡Sobre mi espalda!



Al recibir el impacto, vi las estrellas... Pero enseguida, experimenté una gran mejoría: ya no me dolía nada la espalda... El puñetero gato había aprendido a leer, a consultar los textos médicos que yo ni siquiera podía entender (es lo que tiene ser de letras), a interpretar los distintos diagramas, a analizar el cuerpo humano por el tacto, a usar su ronroneo como medicina, a localizar los puntos de presión... y todo por ayudarme con el dolor de espalda... ¡Lástima que en vez de las técnicas de masaje habituales, fuera un decidido partidario de la quiropraxis!



Evidentemente, las demás personas al principio no se creían que nuestro gato era quiromasajista... Pero en cuanto reparó la columna de un vecino, y le quitó otro una contractura en el gemelo, y también mejoró mucho la espalda y el cuello de mi mujer, empezó a correrse la voz... Una niña de seis años empezó a llamarle "el Doctor Chiqui"... y aunque es tremendamente selectivo con los pacientes, sus diagnósticos siempre son acertados, y sus tarifas, económicas: cobra en especias, gambas, boquerones y mejillones en escabeche...



De todas formas, cinco meses después de su primera consulta, creo que su cerebrito gatuno está tramando una ampliación del negocio: se está dejando crecer las uñas... y le he visto estudiando unos manuales de acupuntura... El Doctor Chiqui... nuestro morrongo, negro, gordo y vacilón...

SOBRE LA TEMPERATURA DEL INFIERNO...

TEXTO ENCONTRADO EN LA RED...

La siguiente pregunta fue hecha en un examen trimestral de química en la Universidad de Toledo.

La respuesta de uno de los estudiantes fue tan 'profunda' que el profesor quiso compartirla con sus colegas, vía Internet, razón por la cual podemos todos disfrutar de ella.

Pregunta: ¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?

La mayoría de estudiantes escribieron sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime).

-.Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:

'En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa del Infierno varía con el tiempo. Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el Infierno y a qué ritmo salen. Tengo sin embargo entendido que, una vez dentro del Infierno, las almas ya no salen de él. Por lo tanto, no se producen salidas.

En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones. La mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al Infierno. Dado que hay más de una religión que así se expresa y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas
las almas van al Infierno.

Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.

Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno. Según la Ley de Boyle, para que la temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas. Hay dos posibilidades:

- 1. Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.

- 2. Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el Infierno se congele.

¿Qué posibilidad es la verdadera?:

Si aceptamos lo que me dijo Teresa en mi primer año de carrera ('hará frío en el Infierno antes de que me acueste contigo'), y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer noche, la posibilidad número 2 es la verdadera.

Doy por tanto como cierto que el Infierno es exotérmico y que ya está congelado.

El corolario de esta teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido...

Dejando al Cielo como única prueba de la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Teresa no paraba de gritar '¡Oh, Dios mío!

.....Dicho estudiante fue el único que sacó 'sobresaliente'.

(DES)PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO DE UN VARÓN DE MEDIANA EDAD

POR ORDEN DEL SEÑOR ALCALDE, SE HACE SABER...

El pleno municipal que rige los destinos de todo ser humano, reunido en sesión conjunta, dentro del cuerpo de Martí Vassili Yogurtu, con los representantes del cerebro y del corazón, con la participación extra-ordinaria del hígado (excesos etílicos), el estómago (acidez), la cabeza (jaqueca) y las gónadas (eso dicen ahora, antes eran simplemente los huevos y la curcusilla...), ha establecido que durante el presente ejercicio anual, se han de cumplir, obligatoriamente, o al menos intentarlo, los siguientes propósitos:


1. Ser más feliz... o al menos intentarlo, pues para cada uno de nosotros la felicidad está formada por factores distintos, como no pasar hambre, no tener frío... Echar un buen casquete de vez en cuando... Tirarse un buen pedo de fabada en las narices del proctólogojódete, toma recuerdo!)... Mirarle el canalillo a la canguro de los niños... Girar la cabeza como la niña del exorcista, cuando un Monumento con minifalda te adelanta en la escalera del Metro... es curioso, la cantidad de varones que pueden tener tortícolis en el mismo lugar y momento...


2. Cuidar más a los amigos... hey, que no se puede olvidar un amigo de verdad, ni mucho menos... Pero la amistad, como cualquier maquinaria, también requiere un mantenimiento: un mensajito con el móvil, un par de llamadas al mes, sacar tiempo para conversar, tranquilamente sentados... por ejemplo, en la cola del paro, o en un parque, compartiendo una litrona, mientras ves a las chatis...



3. Tener un poquito más de cariño por tu jefe. Míralo, que ojitos tiene... ¿Realmente piensas que le gusta pasarse todo el santo día en su despacho de paredes de cristal? ¿De verdad crees que le divierte el pinchar, aleatoriamente, las conversaciones telefónicas del call center? ¿O que su máxima aspiracion en la vida es joder todo lo posible tu futuro profesional? ¡No, hijo, no! Sin duda, tiene muchas cosas mejores que hacer...


4. Tener más paciencia... Hasta que no se demuestre lo contrario, la gente no se mueve solamente para hacerte la puñeta cuando tienes prisa... La abuelita, mírala qué mona ella, no lo hace a propósito, si quiere pagar la barra de pan y la botella de ginebra con céntimos... Los niños que hacen la colecta para el viaje de fin de estudios no pueden saber que a las 16:32, tú estabas justamente cogiendo el sueño, tras un turno de 17 horas... Y el conductor del metro no lo hace a propósito, cuando te cierra en las narices las puertas, y te quedas con la cara planchada contra el cristal...


5. Aprender a ir de compras con otra persona. El arte de hacer la compra, es algo que se perfecciona a lo largo de los años, con múltiples experiencias, que te marcan para toda la vida... Por ejemplo, si tu madre te enseño a mirar siempre en la parte más interna de las barcas de alimentos, para buscar el producto que caduque más tarde, pues será una costumbre que mantendrás incluso a la hora de comprarte una corbata. Si a tu padre le ponía nervioso hacer la compra de la semana, y nunca se apuntaba las cosas necesarias en un papel (y al final, terminaba comprando siempre lo mismo: el chopped y la margarina sin grasa, y las patatas fritas con sabor a cebolla eran eternas), tú harás lo mismo, aunque tal vez con otros productos-talismán...


6. Conducir de manera (más) responsable. El coche no es un complemento de tu virilidad, y cuando más grande lo tengas, no quiere decir nada (el coche, por supuesto, del pene, hablaremos después). No está mal que el motor tenga mucha potencia, sobre todo para el bonito juego de "vamos-a-ver-quién-arranca-antes-en-el-semáforo", pero tienes que ser prudente... En la vida real, te haces pupa si te chocas contra una farola, y perseguir peatones no te da puntos, ¿vale? Menos mal que las patrullas de la Policía Local, de la Policía Municipal y de la Guardia Civil se encargan de velar por nuestra seguridad...


7. Callate en el cine... ¡Y apaga ese puto móvil, por Satanás! Del mismo modo que tú vas al cine para relajarte, para disfrutar de una buena peli, a ser posible "Rambo 52" (mítico, el momento en que se le cae la dentadura postiza en medio del barro, y eso le salva de las balas) o "Conan 46: rebelión en el geriátrico" (cojonudo, mítico, ese enfrentamiento, con las sillas de ruedas, y dándose hostias con el soporte de los sueros... para intentar tocarle el culo a la enfermera), el resto de las personas tienen la misma intención, y no necesitan tus comentarios para demostrar tus conocimientos sobre el cine hiper-realista francés aplicado a las técnicas contemporáneas... Por lo tanto, cállate, y disfruta...


8. Hacer más deporte, que vaya culo se te está poniendo, Martí... No, me temo que el tomar unas cañas en el bar, por mucho que lo llames "levantamiento de vidrio sobre barra fija", no es un deporte de riesgo... No, el "sillón-ball" tampoco sirve, tienes que moverte un poco, que cualquier día, tendrás que sacudirtela al tacto después de cada uso, porque tu tripón no te permitirá ver a tu mejor amigo...¡Cómo, que ya lo vienes haciendo desde hace meses! No, el futbolín tampoco cuenta... Coño, si tienes un gimnasio a la vuelta de la esquina... Ah, comprendo, que no tienen escaleras mecánicas en la puerta de entrada... Pero piensa que dentro habrá mujeres, de esas que te gustan: guapas, atléticas, de curvas sinuosas y tiene perfiladas... ¡¡¡¡Adónde vas, que son las tres de la mañana, y no está abierto para que te apuntes a aerobic con monitora maciza, nivel principiante!!!!

9. Pensar más antes de hablar... Que luego, vienen todos los problemas... Claro, ya no recuerdas lo que te decían en la mili: ¡voluntarios, nunca, señor! Pero solamente a se te ocurre ofrecerte voluntario para traer el café del director, cuando te lo pide su secretaria, esa que te gusta tanto, con sus inmensos ojos marrones... Claro, primero fue el café de la máquina...luego el del bar de la esquina, que está más bueno... y, de camino, también le compras el periódico, le paseas al perro, y le traes la ropa de la tintorería... O bien, recuerda tu primer y último día en la otra empresa: sólo a ti se te ocurre comentar sobre la aplastante victoria del Barça contra el Madrid, !siete a cero, señores!, andabas berreando en la sala de espera... para cuando entras en el despacho del mandamás, descubrir un gigantesco poster "Corazón Blanco", firmado por todos los titulares de la temporada, y también unas réplicas a tamaño natural de las últimas copas... Ni te dio tiempo a abrir la boca, cuando con el universal gesto de "Despedido" te estaba indicando la dirección a seguir...

10. Ser mejor persona, en general... Que el estilo "Torrente" ya no se lleva... No puedes ir por la vida, despreciando a los inmigrantes "porque hablan mal", a las mujeres "por provocar siempre", a los viejos "por estorbar", a los adolescentes "por no madurar", a los perros "por cagarse en la calle" (olvidando que la culpa es siempre de sus amos), a los bebés y los niños "por llenar el aire con sus berridos", a los barrenderos "por mojar la calzada justo cuando vas a pasar", a tu mujer "por haberse vuelto una foca"... y como sigas por ese camino, vas a terminar ingresado en una residencia por tus hijos y tus nietos... o directamente, te pasarás todo el día, con tu boina y tu cachaba, viendo pasar la gente desde el balcón de tu casa, y solamente te meterán dentro para cambiarte el pañal...

11. Comer más sano... Sí, la fabada, el chuletón, el cocido, la panceta, el secreto, las pijotas, el bienmesabe, la leche frita, las natillas, el queso de Cabrales, los torreznos, vamos, casi toda la comida rica rica, sin moderación, no es nada, pero nada, sana... Una ensalada de lechuga con atún y cebolla, como mucho, admite una lata pequeña, pero no una de kilo... Hacer trampas con la báscula, para que esa pata de avestruz cuele por cien gramos de muslo de pollo, tampoco es muy inteligente por tu parte...

12. Hacer lo más correcto. Ya lo sabes, esta lista de propósitos de año nuevo, no es solamente una lista, es una declaración de principios, de mejoras en tu mente, en tu alma, por eso esta vez, la escribes con el ordenador, para colocar bien las ideas, luego lo imprimes, y lo guardas en la cartera... y hasta el año que viene, pasas completamente de ella, como todos los años, hasta que no te quede otro remedio... que cambiar de cartera, por supuesto...

Pues eso, majetes: todos a redactar la lista de propósitos, a ser buenos chicos, que si no, esta vez tampoco te traerán nada los reyes majos...

Y, por si cambiáis de idea... solamente con cumplir el primer trozo de cada frase, seréis mejores personas...
Bueno, lo de querer más a tu jefe... eso es opcional...

LA NOCHE EN QUE EL AMOR SE SUICIDÓ

El 14 de febrero de 2013, asqueado de tanta falsedad, de tanta hipocresía, de tanta tristeza, de tanta maldad cometida en su nombre, profundamente hastiado de que se le hiciera responsable de todos los males del hombre, y sin la menor gana de seguir lanzando flechas a diestro y siniestro, para conseguir (o no) la pervivencia de la especie, el amor, convertido en un adolescente lleno de granos, con chupa de motorista desgastada y sus Doc Martin, sacó su pistola, una Glock, otro capricho, y tras gritar en plena barra del bar desierto "¡Que os den por culo a todos!", el amor llevó el cañón de su arma a la sien, y disparó, salpicando de sesos toda la pared...



Y desde ese mismo momento, el amor, el grande y el pequeño, pero todo tipo de amor, desapareció a la vez en el planeta...

La palabra "amor" se borró a la vez en todos los diccionarios del mundo, en todos los idiomas, incluso en el de los signos... Dicen los geólogos y los planetólogos, los expertos en el movimiento de las placas, las mareas, los volcanes y los satélites, que en ese momento, a las 20:30 horas (GMT) del 28 de octubre de 2009, el planeta entero se detuvo durante dos minutos, el sol se quedó congelado en mitad de su recorrido, la Luna se quedó quieta en el cielo, demostrando, de forma palpable, el poder del amor (en inglés suena mejor: "The power of Love")...


Al principio, de la ausencia solo se dieron cuenta los cantantes, los amantes y los poetas... En un karaoke de la calle Malasaña, un fan de Nino Bravo, sin quitar los ojos de su chica, está en mitad del bonito fragmento de Alejandro Sanz ("Canción de amor para olvidarte"), en ese momento tan especial en que, con ojos de carnero degollado, le dice "Me puede más tú (amor) que el daño que contigo sufrí...". Se le ha olvidado una palabra, lo sabe, la tiene en la punta de la lengua, mira desesperado la pantalla del karaoke, pero también falta la palabra, mira en la chuleta que se ha traído de casa, pero tampoco está... y el pobre se queda allí, con la boca abierta, enrojeciendo a ojos vista, mudo en medio del silencio... Pero en otro local, tres portales a la derecha, es mucho peor, pues una chica rubia un pelín entrada en carnes, está deleitando al personal (pero deleitando de verdad, ¡eh!) con "(Amor), (Amor) de hombre... que estás haciendome llorar... una vez más..."... y tanto que llora, la pobre, desconsolada, porque no se acuerda, tampoco, de esas dos palabras... Pero lo mismo va sucediendo en todos los karaokes de la ciudad... enmudecen... se vacían... Y en la escena de la ópera, cuando empiezan a entonar "L´(amour) est un oiseau rebelle...", se hace el silencio... Igual sucede en las bibliotecas, con todos los libros, con los poemas, los ensayos, poco importa el idioma o el lugar: en todo el mundo, dos grandes paréntesis rodean la palabra (amor), y la hacen desaparecer...



En ese momento, en esa larga y dura noche, o largo y duro día, según el hemisferio, impera el caos... Y como nadie recuerda la palabra que ha desaparecido, o que tal vez nunca haya existido, surgen todo tipo de especulaciones... Ya nadie dice "te amo", ni el doloroso "te amé", ya no hay "amantes", ni canciones de amor, ni novelas, ni libros, ni ningún registro en el que se conserve el menor rastro de aquella palabra... Ni Santa Teresa se arrebata en sus éxtasis místicos... Ni el "Cantar de los Cantares" cuenta nada... Y, por supuesto, Pablo Neruda solo compone "Veinte poenas de (...) y una canción desesperada"... Y en el cine, más del sesenta por ciento de las películas de todos los tiempos dejaron de tener sentido... Incluso en las de terror, siempre hay un poquito de (amor)...


Todos los seres humanos, con independencia de su sexo, condición, naturaleza, estado civil, fortuna... notan que algo les ha sido arrebatado cruelmente, algo básico, fundamental para su existencia, como por ejemplo un dedo de la mano que se les cae... pero al mismo tiempo, nadie recuerda de qué se trata... Una comisión especial de las Naciones Unidas, dirigida por los representantes franceses (todo el mundo sabe que el francés es la lengua del amor), encarga a un comité de sabios que recorran el planeta, para efectuar todas las pruebas y mediciones posibles, y descubrir de ese modo qué ha cambiado tanto, y por qué se halla sumida toda la población en un decaimiento tan absoluto...


Como en cualquier investigación, y aplicando el principio de Arquímedes, los expertos empiezan a medir los silencios que se producen primero en las canciones de los distintos idiomas, luego en las óperas, después en los principales volúmenes de ciencias y matemáticas, de física y de retórica... Y curiosamente, cuanto más arduo es el tema, cuanto más científico en apariencia, menos apariciones hace el silencio. Esa fue la primera conclusión. La segunda, que en las canciones y baladas, incluyendo los textos mutilados de la Edad Media, la frecuencia del silencio es mucho mayor. Esa es la segunda pista. Tras analizar las novelas románticas y las de época, nueva sorpresa: el blanco, el vacío, permanece... Sin embargo, cuando se estudian las transcripciones de los discursos políticos, están perfectos, impecables: de donde se deduce que la política es incompatible con los silencios que se buscan... Y en la música, ese silencio es tan brutal, que es imposible comprenderla... por lo que suben en los Cuarenta Principales las obras clave de la música clásica, siempre y cuando no incluyan la voz humana como instrumento...



Terminada la labor de los semiólogos y de los analistas, los expertos comienzan a trabajar con los humanos... Se recorre el planeta buscando voluntarios, parejas, personas especiales, que noten en su vida el "Gran Vacío", pero que al mismo tiempo estén dispuestos a someterse a todo tipo de pruebas, para encontrar la razón de esa añoranza... Más o menos como un Gran Hermano... pero con lógica e interés científico... Fueron 200 personas quienes, superando las diferentes pruebas, como "acariciar un cachorrito", o "masticar un cubito de hielo", o la más dura: "quedarse perfectamente quieto frente a una mesa ampliamente surtida, cuando llevas tres días sin comer"... En esta última prueba, varios candidatos se olvidaron completamente del experimento, y se entregaron por completo a la Gula....



Lentamente, se fue reduciendo el número de participantes, hasta quedar seis parejas: dos heterosexuales, dos homosexuales masculinas, y dos hosexuales lésbicas... puesto que, si se trataba de localizar un sentimiento tan poderos, tan aglutinador, tan absoluto, que había dejado tan completamente vacía a la humanidad, más valía no arriesgarse, y tener un recambio... Durante un año entero, encerrados en la gran casa, sometidos a todo tipo de pruebas, mediciones, pesajes, evaluaciones sentimentales, dietas estrictas, exponiéndose a factores desconocidos (como una puesta de sol en compañia, sonidos relajantes, un masaje con rosas y aceite...), y mientras tanto, la Humanidad entera clamaba, pidiendo ayuda, para recuperar el sentido de su existencia...


Cuando ya no quedaban experimentos que realizar, y solamente los científicos españoles e hispanoamericanos seguían con la iniciativa, y los propios conejillos de indias se pasaban la mayor parte del tiempo jugando a la consola, o leyendo las guías telefónicas, pues eran los únicos "libros" que no habían perdido su sentido, en uno de esos momentos en los que todo a tu alrededor parece haberse puesto de acuerdo para crear un instante mágico, Andrés, el macho alfa de la pareja homo, estiró lánguidamente los dedos de los pies, arqueando al mismo tiempo la espalda para estar más cómodo en el sillón, y lanzó un pequeño gemido de gusto, que fue registrado por los micrófonos como "AAHHH"...


En ese mismo momento, una grabación histórica de Chiquito de la Calzada (famoso filósofo terrícola de los siglos XX y XXI, cuya efigie en cera se conserva en el Museo del Hombre de París), mientras pronunciaba una de sus grandes frases: "CONDEMOOORRRR"... Curiosamente, en la grabación original, que todavía se conserva, las voces de ambos se superponen, creando un extraño híbrido que sonaba más o menos así: "AAHHH-MOOORRR"... Pero lo más extraño fue el efecto de esta palabra, distorsionada, en las mentes de quienes la escucharon: los seis coballas, los doce científicos, la mujer de la limpieza, el técnico de mantenimiento, incluso el reponedor de la máquina de café y el vigilante de seguridad, prorrumpieron al unísono en un tremendo suspiro: "AAAAHHHHH..." Proliferaron las miradas dulces, tiernas, la impresión de haber recuperado algo que llevaba muchos años perdido... y cada vez que repetían la grabación, el ambiente se caldeaba un poquito más... hasta que degeneró en una tremenda orgía, al menos dentro de la casa... Y todos los allí presentes supieron que habían encontrado el Santo Grial de los sentimientos...


Intervinieron los lingüistas días más tarde, para simplificar la escritura del vocablo, pues "AAAAHH-MOOORRR" era bastante complicado de pronunciar, sobre todo para los que usaban dentadura postiza... Por eso, fueron quitando letras... hasta dejarlo reducido a una sola palabra, "AMOR"... Para celebrar el gran acontecimiento, la elección de ese nuevo vocablo fue anunciada a bombo y platillo por las principales Academias de la Lengua Hispanoamericanas, y se retransmitió por todas las emisoras de radio del planeta... Y despertaron, de repente, los recuerdos perdidos... Se completaron los textos más hermosos del planeta... Regresó la voz a las canciones, óperas, zarzuelas... Volvieron los poetas a soñar con sus musas... Y los enamorados a suspirar por los rincones...


El AMOR había regresado a la Tierra, con su tremenda fuerza, tanta que un suspiro colectivo perfectamente sincronizado hizo avanzar dos minutos todos los relojes... Solamente se produjeron dos pequeños cambios...


El primero de ellos, que por cuestión de universalidad, y de homenaje a los científicos e invstigadores españoles, se decidió mantener en todo el mundo, la palabra en español original... Y por ello, en todo el planeta, el "Amor" triunfaba... aunque se estaban estudiando algunas posibles traducciones, que en su momento deberían ser autorizadas por la Academia...


El segundo cambio, como sentido homenaje al gran filósofo Chiquito de la Calzada, sin cuya genialidad, igual nunca se habría conseguido encontrar, la palabra perdida, fue admitir como principal sinónimo, la palabra "CONDEMOOORRR"... Lo que dio pie a nuevas fronteras creativas, y a versiones de canciones famosas, como "Qué difícil es hacer el condemooorrr en un Simca Mil..." pero eso es otra historia...