domingo, 18 de septiembre de 2011

LE SEGUÍAN LLAMANDO "PELO RATA"...

Es una forma de decirlo, por supuesto, bastante irónica... pero así es como lo estoy viviendo... Me explico: desde hace unos cuantos años, y como a otros muchos varones de mediana edad (que dentro de poco, me empezarán a ceder el asiento en los transportes públicos de Madrid), estoy librando una batalla, perdida, contra la gravedad... Sobre todo, en la cabeza...

No, es cierto, no me gusta nada la imagen que me devuelve el espejo, cuando me miro en él al aifetarme, y mucho menos, la que me ofrecen las cámaras de televisión en mi trabajo... Porque estoy fabricando una pista de aterrizaje cojonuda para mis amigas las moscas, al menos, eso era lo que decía mi padre cuando estaba de buen humor, y refiriéndose a él mismo... Es una cuestión de genética, porque mi padre y mis dos abuelos también comenzaron a perder pelo relativamente pronto...

El problema es que no me reconozco... y que no me gusta lo que veo... Alternativas, por supuesto, hay muchas... Desde probar los productos milagro que anuncian en las teletiendas, como una especie de esponja que es una lija y "retira los folículos muertos y fortalece con un suave masaje la circulación sanguínea" (al módico precio de 200 euros); los jarabes "que refuerzan el cabello en todo el cuerpo" (100 euros), y yo me pregunto quién está dispuesto a afeitarse más de una vez al día; los "aparatos de electroshok para estimular el crecimiento" (200 euros), y mil bobadas por el estilo... Eso por no hablar de los tratamientos ofrecidos por las clínicas de estética, que no me convence ni el cultivo de pelo en entorno estéril, para reinjertarlo uno a uno; ni los productos milagrosos con aminexil y otras gilipolleces por el estilo... Y mi pregunta es muy sencilla: si a todos los varones nos sigue creciendo el pelo en las axilas y en los huevos durante casi toda la vida... ¿por qué no hacer un injerto de piel de sobaco, para tapar la calva?

Entendámonos, no me importa quedarme calvo... Lo que me jode, hablando en plata, es la progresiva pérdida de la dignidad, que se deriva de tener una primera línea de cabellera bastante descuidada, que a duras penas consigue ocultar una parte frontal superior bastante despoblada... Mientras que el pelo sigue creciendo de puta madre en los laterales, igual que por detrás... Ya me he afeitado una vez la cabeza entera, primero con la podadora, y luego a cuchilla... y el primer comentario de mi mujer al verme fue "pareces un enfermo de cáncer al que han dado quimio..." Con mujeres como esta... ¿quién necesita enemigos? Es decir, intentas probar con un cambio de estilo en el peinado, y te sale con ese tipo de comentarios... No sé, en el trabajo, todo el mundo se sorprendió bastante, desde el típico gilipollas de turno que comenta "¿Y a partir de ahora, cómo hay que llamarte?"... Me callo la respuesta que quise darle... Hasta un par de personas que en broma me pasan la mano, para comprobar la efectividad del apurado...

El mayor problema es que no se trata de una de esas calvas ilustres o monacales, como la que tenía mi abuelo, con la parte superior afeitada, y los laterales poblados... Tampoco me importaría quedarme calvo por completo, Lex Luthor y Koyak siguen siendo algunos de mis personajes favoritos... Lo que me fastidia, es el procedimiento intermedio...

De ahí, el título de esta entrada, "Le seguían llamando "Pelo Rata""... Porque, mientras no me sienta cómodo con la imagen que me devuelven el espejo y las cámaras de seguridad, en cierto modo, me alegro de no verme tal y como me ven los demás... Y prefiero no preocuparme demasiado por el asunto... Aunque sea un tremendo coñazo el tener que usar gorra en verano, para que no se me chamusquen las ideas... Y, por supuesto, al revisar las viejas fotos, de mis dieciocho o veinte años, con el flequillo oscuro y denso... añoro los viejos tiempos, aunque solo fuera por eso...