viernes, 9 de septiembre de 2011

EL "EFECTO SINATRA" Y LA HIPOPÓTAMA...

Sinatra... Cantando, por enésima vez, y solo para mí, "I got you, under my skin..." Las variaciones de la luz en la lámpara de lava parecen acompañar su voz, mientras yo, lentamente, recupero las fuerzas... Me he liberado de la vicepresidencia de la comunidad (a cambio, qué menos, de un par de cañas bien tiradas de cerveza, y algunos pinchos), y en esta, mi primera experiencia con la política de "nuestra comunidad", he salido bastante escamado... y no precisamente por el trabajo realizado: llamar a los bomberos, una aciaga tarde, cuando se nos inundó el parking...

Y yo, bajo los efectos de su voz, incluso me imagino copiando la coreografía de Mel Gibson en "¿En qué piensan las mujeres?", con el sombrero y todo... lo que, por otra parte, resulta bastante improbable, teniendo en cuenta que según Vicky, una hermosísima profesora de baile de salón que tuve en mis años mucho más jóvenes, "el tuyo es uno de los pocos casos científicamente demostrables de dos pies izquierdos." Para todo lo que no fuera el vals o el chotis, procuraba permanecer lo más lejos posible de las piernas y los pies de mis acompañantes... No tardé mucho en entender que no tenía futuro en el mundo de los musicales... Y que si no era capaz de bailar bien, difícilmente podría conocer chicas o mujeres atractivas yendo a clases de baile de salón... Ojo, fue una de mis mejores amigas quien me metió en el fregado, y al poco tiempo abandonó las clases... pero no por mi culpa: yo era más de tropezar, que de pisar... salvo a la monitora...

Siempre me ha gustado esa canción... bueno, y por supuesto, "Strangers in the night..."Me hacen soñar, con otros tiempos, con sentimientos más sencillos (mi corazón es demasiado grande para tantos sueños, besos, deseos, amigos, ideas, historias... y quizás por eso me duele tanto...), y recordar... futuribles... pasados alternativos... presentes en los que he alcanzado la felicidad... Como me ha dicho una buena amiga esta tarde (y con toda la razón del mundo), "deja de mirarte el ombligo..." Y yo, me he quedado con ganas de responderle: "pero si lo que me duele no es el ombligo, sino el corazón..." Y cuando ese músculo caprichoso y pendenciero, se alía con la impresión de haber podido ofender o confundir a alguien a quien aprecias, vamos, de haber metido la pata... Sinatra, Frank Sinatra es el único capaz de quitarme de encima la tristeza...

¿Alguna vez le has puesto cara a la tristeza? Quiero decir, cuando te sientes aplastado por la culpa sin tener mucho motivo (bueno, tal vez, un poquito...), cuando no eres capaz de escribir (las ideas no vienen si la Musa está en las Rebajas de Otoño de 2012), notas un peso en los hombros, en el pecho... Yo me acuerdo de las hipopótamas de la película "Fantasía", de Walt Disney, con el tutú y las zapatillas de ballet, aplastando sin piedad cualquier atisbo de pensamiento positivo... Pues bien, allí estaban, efectuando una contradanza, acompañadas por los cocodrilos... y, por si fuera poco, martilleando mi cabeza...

¿Y quién ha ganado, en este combate singular? Pues tal vez los dos: las seis hipopótamas, con sus galantes cocodrilos, que mientras tanto se habían zampado MIS empanadillas caseras, se han puesto a bailar sobre la mesa del despacho (menos mal que eran del tamaño de pitufos, que si no...), y allí les he dejado... cuando me acueste, apagaré el ordenador...


¿Y la tristeza? No, esa no se ha ido, ni creo que se vaya en mucho tiempo... Quizás sea la puta astenia primaveral, los miles de sueños que no se han cumplido, los futuribles, los amores verdaderos, las amistades, que estoy "ñoño", los viajes en el tiempo, mi caracter romántico (que ponen en duda quienes leen las entradas del blog oscuro... pero no quien sigue el de poesía)... o de todo un poco, incluyendo, por supuesto, el silencio... Medianoche... incluso a pesar del riesgo de convertirme en un "Gremlim" (de todas formas, ¿quién se daría cuenta en el trabajo?), algo tendré que cenar...

Pero sólo cuando él termine de cantar "My Way..." y que la Fuerza y los Hados me acompañen...