domingo, 18 de septiembre de 2011

ALGODÓN DE AZUCAR

Algodón de azúcar, de color rosa... La mejor receta contra el paso del tiempo... Mil recuerdos asociados, unos auténticos, los menos, otros muchos inventados... Situaciones, personas, sueños, relacionados con estos bocaditos de sueños, convertidos en dulce... tentación...

Noches en la Feria, en las casetas, lanzando bolas de calcetín a la pila de latas vacías, o probando suerte con las pistolas de dardos, poniendo a prueba, una vez más, la mala puntería, propia y ajena... ¡Menos mal que fallamos, que los premios eran horrososamente feos, y en el fondo, se trataba de divertirnos! Las luces de los puestos, de las casetas, generan un aura casi mágica alrededor de nosotros, y las masas, las multitudes de Ortega y Gasset, se rebelan, básicamente, contra el aburrimiento...

Noches extrañas, de mil olores sabrosos, desde el aceite de los pollos asados (¿Y quién se va a comer un pollo asado a la una de la madrugada? Pues bien, la gente los devora...), hasta los inevitables puestos de churros recién hechos con chocolate caliente... Caminamos, juntos, entre risas bobas, y pequeños roces, que para algunas cosas no pasa el tiempo... y para otras, sí...

De repente, y por mucho que te has prometido a ti mismo no volver a caer en la dulce tentación, ser fuerte, y consecuente con tu edad... Por muchos buenos propósitos de enmienda que hayas realizado después de cada "pequeño incidente"... Lo hueles... en alguna parte, está el algodón de azúcar, recién hecho, calentito... Por supuesto, ella intenta evitarlo, primero con buenos modos, luego cogiéndote descaradamente por la mano, o por el cinturón...

Y claro, tú dices lo mismo de siempre... "No te preocupes, amor, que será solamente un mordisquito... Además, ha pasado mucho tiempo desde entonces... Verás como esta vez no me pasa nada... Pero no puedo dejar pasar esta oportunidad..." Y mil razones por el estilo...

Al final, ella, cansada de luchar contra un niño grande, te deja acercarte al fabricante de nubes de algodón de azúcar... las hay de varios colores: azules, amarillas, naranjas... pero tú prefieres el rosa, el de toda la vida, y además recién hecho... El artista, porque hay que ser muy bueno para conseguir el dulce perfecto, tener un pulso excelente, y la mezcla de rapidez y agilidad, para que se vaya formando... En poco más de un minuto, tengo en mis manos el mejor algodón de azúcar del mundo, y mientras ella se encarga de abonar el importe, yo me preparo para disfrutar el momento...

Es todo un arte... En la mano izquierda, sujeto el largo palo, con sueños enrollados... Es tan hermoso, que casi me da pena morderlo... así que, directamente, cojo un pequeño pellizco con los dedos, y me lo llevo a la boca... Es como morder una nube... Levemente crujiente... y dulce... muy dulce... pero con un toque salado... De momento, todo va bien, así que pruebo otro pellizco... ¡Qué bueno! Y cojo otro... y otro... tengo los dedos pringosos, pero no me importa...

Seguimos caminando juntos... Al cabo de unos minutos, cuando ya he comido la mitad del dulce prohibido, empiezo a notar los efectos... La gente se me queda mirando, tal vez pensando que las luces de los cachivaches les están jugando una mala pasada... Y me encuentro más ligero, casi etéreo, como si empezase a flotar... Lo que realmente no me parece una mala idea... Casi tengo ganas de dar un pequeño brinco...

Menos mal que ella está conmigo... y me sujeta por el cinturón, al mismo tiempo que me lleva hacia la parte más oscura del gran parque... y dentro de un rato, me llevará a casa...

Porque siempre me pasa lo mismo con el algodón de azúcar... Es una extraña alergia... Empiezo a ponerme del color del algodón que estoy comiendo, y por eso suelo escoger siempre el rosa... aunque al final, tengo el color de la Pantera Rosa... que siempre es mejor y más natural que el azúl pitufo... Y sobre todo, parece como si mi cuerpo perdiera peso, textura y sustancia... como si yo me estuviera convirtiendo en algodón de azúcar... y por eso, ella me tiene que llevar de nuevo a casa, cogido por el cinturón... como un globo de la Pantera Rosa...

Mi suegra, que nos está esperando, ya ni se extraña del color ni de la situación... y entre las dos, me meten en la cama, ajustando muy bien las sábanas... y me dejan dormir... Es cierto, mi mujer podría quejarse, de mi manía por comer algodón de azúcar... Pero ella tiene también su "talón de Aquiles" con la gelatina de fresa...

Pero esa es otra historia...