viernes, 9 de septiembre de 2011

EL MISTERIOSO CASO DE LOS LEVIS BLANCOS

El año 1989 pasaron muchas cosas, tanto en Madrid, como en el resto del mundo... Murieron muchas personas... nacieron unas cuantas menos... una cantidad inmensa de gente se enamoró... algunos de ellos incluso se enrollaron... Y para mí, fue el verano de la Independencia... relativa y condicional...

Necesitaba una aventura, cambiar de aires, aprender algo nuevo, y como en el instituto llevaba algunos años estudiando inglés, y mis tres primeras experiencias en el extranjero -como estudiante- habían sido muy buenas, se me ocurrió pedirle permiso a la familia, reunida en plan Corleone, para pasar el verano en Londres (Inglaterra, que hay un par más en USA)...

Se suponía que iba a ser una estancia de tres meses, compartiendo habitación con el hijo de una amiga de mi madre (a quien por cierto, no conocía), y por supuesto, con el trabajo gestionado y reservado desde España, igual que la casa, que alquilábamos, como no podía ser de otra manera, a un emigrante gallego... Aquél no fue un buen año en los estudios, me toqué demasiado las narices en la facultad, y me quedaron varias asignaturas para septiembre... Pero, de todas formas, ya que estaban los billetes sacados, me fui a la aventura, con los ahorros de medio año en el bolsillo... y la maleta llena de sueños...

Los primeros días de estancia en la ciudad, mientras se arreglaban un par de detalles técnicos... como por ejemplo el que no había ningún trabajo, sino una "posibilidad de trabajo" de camarero en un restaurante... o que si no tenías un permiso de trabajo tramitado a través de la embajada británica en Madrid, no te quedaba más remedio que matricularte en cualquier escuela de idiomas, y lanzarte de lleno al mercado clandestino... ¿Y qué tipo de trabajos existían para los "pakis" (latinos)? Un abanico muy estrecho: repartidor de "flyers" (octavillas) en la zona de Picadilly, mozo de carga en algunos comercios, reponedor en las tiendas de los inmigrantes, barrendero, portero en ciertos garitos... y los tres que ejercí: "boy" (chico para todo) en un Mac Donalds, limpiador en un Hospital, y limpiador de oficinas (para mi casero), y fugazmente trabajé en un hotelucho...

Era una experiencia muy frustrante, con mis cuatro idiomas, y mis dos años de carrera... y que no pudieras optar a trabajos con un contrato en condiciones, y por supuesto, bien pagados... Pero, aunque mi madre y mi hermana vinieron a verme, y a llevarme comida de contrabando (que no éramos europeos...) y llevarme a visitar Cambridge y unas cuantas cosas más, yo no podía rendirme, no podía aceptar que lo estaba pasando mal, que la experiencia era un desastre... por cuestión de orgullo y de principios... Pienso que la nueva cocina creativa y deconstruida la inventó un estudiante español, que tuvo que saquear la despensa de los compañeros de piso a fin de mes.... Nada recomendable la mezcla de lata de sardinas picantes, leche, un huevo no muy fresco, restos de arroz blanco, y un "algo" parecido a macarrones pasados... Bueno, y si encima tienes que compartirlo... ni te cuento...

Eso sí, también fue el verano de unos cuantos pares de ojos de mujer... Sonia, la hermana de mi compañero de piso Gabriel, con quien coincidí unos días hasta que regresó a Madrid... ¿Sabéis que en Hyde Park hay una zona donde las estudiantes se ponen a tomar el sol como si fuera un solarium, pero en bikini? Bien, pues yo tampoco lo sabía, hasta que llegamos allí, puso las dos toallas, y se quedó con un pequeño bikini rojo como única vestimenta... Es una imagen que todavía recuerdo con placer... Luego, estuvo Nina, mi compañera de trabajo en el hospital, la mujer más dulce que he conocido, y que me ayudó en uno de los momentos más amargos... Y Lara, la prima de mi compañero Gabriel, una hermosura de adolescente (a mis 19 años, me notaba muy maduro...), que sin querer terminó originando algunos problemas de convivencia bastante serios entre los tres... Lo típico, dos machos bastante en celo... terminan chocando...

El primer trabajo, en el Central London Hospital, fue bastante duro, sobre todo por tener que asistir a la academia, con justificante, para cobrar la nomina... Lo malo no era el turno normal, siempre de tarde, sino tener que cruzar Londres de punta a punta, en metro, todos los días, de casa a clase, y de allí, al trabajo... y a veces, quedarte a hacer horas extra... Me pasaba unas tres horas al día bajo tierra, siempre con un buen libro, la mochila, el uniforme... Llevaría un par de semanas allí, cuando una de esas mañanas de lunes que son más horribles que otras, me da por levantar la mirada... y me encuentro con un negro de casi dos metros de altura, y con los antebrazos más anchos que mis muslos... que me sonríe de oreja a oreja... y me lanza un beso...

Imaginate la escena, ¿vale? Yo, típico adolescente flaquito, no muy alto, con mis lentillas, la camiseta ceñida (era la moda), mis vaqueros blancos... bastante preocupado por no tener experiencia sexual y sin embargo con un dilatado curriculum como amigo de confianza y chico comprensivo... y dándole vueltas a que el viernes libraba, igual que la bellísima Lara... Nunca he tenido nada en contra de los gays, siempre y cuando me dejasen tranquilo... Ya había conocido unos cuantos en el gimnasio, mientras entrenaba, por lo que no le doy mucha importancia... Le sonrío, y sigo leyendo...

Dos o tres días más tarde, me pasa lo mismo, pero en el trayecto de vuelta... Aquella vez no pude subirme al primer vagón, y terminé en uno de los últimos... Me senté a leer, con los cascos puestos... Unos minutos más tarde, noto que se sienta alguien a mi lado... y me ponen una mano en el muslo... Levanto la mirada.... y me encuentro con lo quepodemos definir como el típico camionero rubicundo con sobrepeso, que me dice "I like you..." (te quiero)... Procuré apartarme un poco, sobre todo por el pestazo a sobaco y a cerveza... Y cambié de vagón en cuanto pude...

Casi una semana después, y tras haber vivido otras dos proposiciones en el metro o en el autobús, le comenté lo que me había pasado a Nina, mientras limpiábamos una de las habitaciones de los médicos residentes... Lo primero que hizo fue darme un beso en los labios, que me dejó marcado... "Esto, para compensar el mal rato que has pasado... Pero la culpa ha sido tuya... ¿Nadie te ha dicho que los pantalones Levis 501 blancos son uno de los códigos que utilizan los "gays" en Londres, para reconocerse en el Metro y en los lugares públicos?"

Aquella fue la última vez que me puse aquellos pantalones... Se los cambié a Lara por su cazadora vaquera azul, que me quedaba perfecta... y a ella, los vaqueros le quedaban espectaculares... Fue un verano muy interesante... en todos los sentidos...

Todavía conservo la cazadora de Lara... Asistí a su boda, con el encargado de un restaurante, unos cuantos años después... También viajé a Almagro con una amiga suya, compañera de mi facultad, la misma que iba vestida de gatita sexy en la fiesta de mi amiga (cuando nos pasamosmedia noche detrás de la barra), para conocer a su segundo hijo... Y todavía nos reímos al recordar aquellos días extraños... con el pantalón Levis 501 blanco...