miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL CUENTO DE LA NAVIDAD… Y EL “BICHO RARO”…

Siempre me han gustado los cuentos, desde que era muy pequeño... y durante mucho tiempo, he sido bastante crédulo... Pensaba que la navidad (lo siento, no funcionan algunas mayúsculas...) era realmente una especie de tregua en el mundo real, donde las personas "buenas" (y creyentes, por supuesto... o como poco, católicas, apostólicas y romanas) tenían que aprovechar algunas fechas muy especiales para ser buenos los unos con los otros, demostrar el cariño (incluso hacia aquellos familiares a los que veías dos veces al año: en tu cumple, y en navidad), escuchar y cantar villancicos, y participar en una larga serie de misas, novenas, soportar la invocación navideña del Rey... Y durante muchos años, aunque sabes perfectamente que tus padres son los reyes magos (aunque en mi casa, venía antes Papá Noel...), te dejas llevar por la rutina: comprar el árbol en la Plaza Mayor, arrastrarlo como puedes hasta el coche, y de allí a casa...
Por cierto, es curiosa la evolución de los árboles de navidad en Madrid, casi todos ellos vendidos en la Plaza Mayor: primero eran grandes ramas, desgajadas de árboles mucho mayores, que a mis nueve o diez años, me parecían enormes... Luego, pequeños árboles, talados a hachazos cerca de la base, y con un bonito cepellón decorativo (una bolsa de basura, rellena de tierra y arcilla)... Después, unos arbolitos más raquíticos, eso sí, más ecologógicos, y sobre todo, reciclables con las bonitas campañas del ayuntamiento... Y luego, directamente, caímos en el horroroso arbol de plástico, que durante once meses al año duerme el sueño de los justos en el trastero, y el tiempo restante, me recuerda a una de las viejas prostitutas del Foro Romano, maquilladas, reconstruídas... y, en el fondo, completamente vacías... Al casarme, heredé el árbol familiar... y nuestro gato se pasaba las horas muertas inspeccionando su reflejo en la superficie de las bolas... o comiéndose las guirnaldas... Este año, como el anterior, serán los pitufo-monstruos y una rama de acebo las únicas huellas de tan señaladas fiestas... al margen de un par de comidas familiares, un par de cenas, y tal vez una escapadita de fin de semana...

Sin embargo, desde hace un par de años, me he vuelto un "bicho raro"... porque al acercarse la navidad, aunque sea la del Corte Anglés (que el año que viene empezará el 1 de noviembre, para aprovechar el tirón de Halloween), me sale una especie de sarpullido moral o sentimental... que hace que me dé auténtica alergia la navidad... y casi todas sus manifestaciones... Me hastía tanta hipocresía, tanto fariseísmo, en las relaciones laborales, personales y familiares. Estoy cansado de poner buena cara, la típica "sonrisa loctite", durante casi un mes... No se trata de demonizar estas fiestas... sino de rebelarse contra tantas mentiras, falsedades, negocios e intereses creados...

Comenzando por el mismo cuento de la navidad... que se puede resumir en unos cuantos párrafos... Dicen que hace varios miles de años, en un pequeño pueblo nació el hijo de un dios, que escogió vivir como un hombre de carne y hueso… Dicen que tres sabios (para unos, astrónomos, para otros, magos) fueron a su alojamiento provisional, a llevarle regalos y rendirle pleitesía, por ser hijo de quien era… no de su padre natural, pues su madre jamás conoció varón, sino de aquél dios esquivo… Por culpa de la persecución de un magnate romano, se fueron a Egipto, y desaparecieron… Durante más de treinta años, no se tuvieron datos de su paradero, algunas teorías modernas indican que viajó a otras tierras, y que conoció a Buda…

Pero regresó a su país natal, para predicar una nueva religión, teóricamente basada en cosas como “el amor”, o “el perdón”… Y fue agrupando a su alrededor a una serie de discípulos, que fueron los apóstoles… Y fue traicionado por uno de sus seguidores, y por el Sanedrín, y entregado a manos de los invasores romanos… Y lo crucificaron… y dicen que resucitó al tercer día… y aquella fue una de las bases de su religión, la creencia en el más allá…

Y sus discípulos fueron elaborando muchas teorías, redactando sus enseñanzas, y ni siquiera sus propios evangelistas se ponían de acuerdo sobre “su” verdad… Y comenzaron las luchas internas… Y aquella religión de los esclavos, de los pobres, edificada sobre un dios que se hizo hombre, fue ganando adeptos… Y de perseguidos se convirtieron en perseguidores… Con una importante reunión de teólogos, llamada “concilio de Nicea”, se comenzaron a unificar criterios… y se habló de “evangelios oficiales” y de “evangelios apócrifos”…

Y al mismo tiempo que se incrementaba el poder de esta iglesia, se potenciaba la lucha interna… Se vieron involucrados en auténticas guerras por el poder terrenal en casi todo el mundo conocido… Y conquistaron reinos… Y nuevos territorios… y llegaron las Cruzadas… la liberación del santo sepulcro… las guerras santas… Con el paso de los siglos, en el nombre de aquél presunto hijo de dios, se han ido cometiendo las mayores barbaridades, ejecuciones en masa, se arrasaron ciudades enteras, se quemaron “herejes” en la hoguera… De manera indirecta, con la conquista del reino de Granada y el malhadado viaje de descubrimiento de un tal Cristophoro Colombo (que muchos estiman era veneciano), se descubrió un nuevo mundo… al que se exportaron, entre otras cosas, la religión parasitaria, asesina y revelada; sofisticados métodos de tortura; un engranaje represivo de los habitantes; y se exterminaron la ciencia, la cultura, la sociedad… Conquistadores e inquisidores, y demasiados “hombres de dios” contribuyeron activamente al exterminio… en nombre de aquella religión… Con la llegada de las enfermedades del hombre blanco, entre otras la viruela, se generó una pandemia de tales proporciones, que superó incluso a la gripe de 1918… Y por si todo esto fuera poco, implantaron el sistema de la esclavitud al importar a numerosos africanos como mano de obra resistente y capacitada, para explotar las minas de oro…

Pero nada era suficiente para ellos: esta religión bastarda se dividió en sectas menores, y nacieron los protestantes, los luteranos, los católicos, los anglicanos… y cientos de grupúsculos, todos ellos en posesión de la “verdad”, y dispuestos a exterminarse unos a otros con tal de demostrarlo… Y estas guerras, nacidas de la religión, llegaron a durar cien años… aunque es cierto que los enfrentamientos paraban durante el invierno… Mientras tanto, la maquinaria represiva siguió en marcha con el paso de los siglos, perfeccionándose con la Inquisición que se mantiene, bajo el nombre de “propaganda fide”… y se ha manifestado en el exterminio inicial de la teología de la liberación…

Es cierto, y sobre todo en los últimos años del siglo XX, surgieron de esta mentira personas de un valor tan incalculable que cambiaron el mundo: la Madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, el Abbé Pierre… Y son muchos los religiosos y religiosas que realizan una labor increíble, vinculada a la atención de los más desfavorecidos, de los más pobres… personas como Irena Sendler nos reconcilian con la humanidad, como también el cónsul Perlasca, o incluso Oscar Shindler… sin necesidad de que fueran sacerdotes o monjas…

Dentro de escasas semanas, una vez más, medio mundo (al menos, el que tiene dinero suficiente) se dedicará a despilfarrarlo para celebrar un acontecimiento que, lo más seguro, ni siquiera existió… Es una religión oportunista que se apropia de textos y de tradiciones pre-existentes, como el solsticio de invierno o la celebración de Samhain de los antiguos celtas y el culto a Mitra… Se ha convertido en una de las más importantes del mundo, comparable solamente a la musulmana y, según las últimas estadísticas, al culto Jedi… que tenía 400.000 seguidores en 2001… Si lo piensas fríamente, parece un culebrón… se basa en una mujer virgen, que tiene el hijo de otra entidad… y el padre, es un cornudo consentido… Un hijo, afectado por la carencia de afecto, que tiene ínfulas de grandeza… Un buen equipo de relaciones públicas… y proclamar algo tan goloso como que este mundo es una farsa, y que lo importante es “el mundo futuro”… del que nadie ha vuelto…

Dos mil años después, aquí estamos, en nuestra católica España, con unos grandes almacenes que hacen su agosto en pleno mes de noviembre, y adelantan la navidad… Con una plétora de cenas de empresa, cuyo mayor interés es comprobar si B. se pone otra vez a cantar encima de la mesa, o quién se enrolla antes con la buenorra de turno… y hacer fotos, muchas fotos, para recordar el acontecimiento… Cestas de navidad para todos, quizás para acallar las conciencias… Cenas de familia… regalos hipócritas para gente que no nos importa… falsos sentimientos y propósitos de enmienda… La navidad, en el fondo, es para los ricos… que se regodean en su riqueza… para los niños, que tienen dinero… para los que están sanos…

A los pobres y los enfermos, les da igual… Quienes se mueren de frío en las aceras de toda España, que ya estamos a bajo cero… no la recuerdan… Solo se benefician de ella el comercio, los grandes almacenes… y sus promotores, que sacan a relucir sus mejores galas, túnicas, mantos, joyas… y organizan funciones especiales, para seguir alimentándose de los presupuestos del Estado, de los réditos de sus bienes terrenales, y de lo que sacan en sus funciones especiales, sobre todo en noche buena y en reyes…

Y si dices que no te gustan los villancicos, que estás en contra de los regalos navideños, que la iglesia haría mejor en vender sus bienes y repartir el fruto entre los pobres que en hacer ostentación de su riqueza… Si te niegas a participar de los ritos estacionales, y te quedas en casa viendo la tele en vez de ir a la misa del gallo… Si te atreves a decir que la religión no es más que un engañabobos, un gran negocio… Si comentas que hay curas buenos y curas malos, pero que la iglesia como tal debería pedir perdón por tantos abusos… e indemnizar a las víctimas... O si dices que para culebrones, prefieres los venezolanos, porque al menos en ellos las actrices suelen estar buenas… Si odias los dichosos villancicos modernos, berreados en los corrales por rebaños de ovejas (churras y merinas), dirigidas por señores con falda… Te conviertes, como poco, en un bicho raro…

Pues bien… Soy un bicho raro… A mucha honra… Y me espantan los muñecos de Papá Noël que cuelgan de los balcones... Y no soporto las coronas fúnebres de plástico que colocan en las puertas y ventanas... Me parece un despilfarro de energía eléctrica el complejo entramado de luces navideñas recicladas que el Ayuntamiento de Madrid ha vuelto a colgar, de nuevo, en las principales calles... Me horroriza que todos los años regrese a la ciudad el Gran Circo Mundial, que no hace otra cosa que mantener un sistema de esclavitud en los animales y en muchos humanos... Me aburren las repeticiones de las mismas películas de romanos, o de tema religioso, año tras año... Salgo huyendo de los niños y los adultos que venden presuntas participaciones para viajes de fin de estudios, o para cestas de navidad...

Por supuesto, no acudo a las cenas de empresa... aunque unos días después, me río de la cantidad de barbaridades que ha hecho la gente, aprovechándose de las libaciones etílicas y de los excesos de comida... ¿Realmente piensan que la memoria de los demás es un disco duro, que se puede formatear a granel, para borrar todos los recuerdos poco convenientes? ¿De verdad piensan que no tiene consecuencias cierto tipo de comportamientos, realizados delante de compañeros poco fiables? ¿O la cantidad de despidos, o de degradaciones en la carrera profesional, que se generan en estos eventos?

¿Que si creo en la navidad? No... me temo que no... Compro algunos regalos, pero limitados, un poco por cariño, y otro poco, presionado por la tradición... Compro lotería de la empresa, para que no se me quede cara de idiota, si precisamente toca ese año... y yo no la tengo... A veces, creo que me gustaría tener algún tipo de fe... pero ya soy muy mayor para comulgar con ruedas de molino...

No, no creo en la navidad... pero sí es cierto que, en muchas ocasiones, la gente cambia cuando se acercan estas fechas... Muchas personas sonríen, son amables, incluso con perfectos desconocidos... A veces, cuando acudes a los auténticos sitios mágicos, como cierto albergue en el que unas monjitas acogen a los hijos de las prostitutas de la zona, y participas en el reparto de regalos (con el gorro de elfo), te sientes bien... Recordando a mi padre, pongo un CD de la "Pasión según San Juan" de Johan Sebastian Bach, o del "Mesías" de Haëndel... y aquellas palabras, que no comprendo, me hacen sentir distinto... quizás incluso, mejor... y casi todos los años, veo "¡Qué bello es vivir!"...

No sé... igual en el fondo, lo que no soporto es la falsedad, la hipocresía, el mercantilismo... Y pienso que, en el fondo de todos nosotros, sigue latiendo un viejo recuerdo, el de aquellas navidades pasadas, tal vez incluso las primeras de nuestra vida, y de esa manera recuperamos una chispa de inocencia... Y, con algunos pequeños actos de bondad, que todos realizamos con menos esfuerzo en estas fechas (algo tan sencillo como sonreír...), recuperamos un poquito la ilusión por las cosas, y sobre todo, por las personas, por la vida, y por nosotros mismos...

Quien sabe... Tal vez, lo que añoro, lo que revive débilmente en mi interior con la música, algunas películas, algunos gestos, sea el auténtico secreto de la felicidad: la esperanza en el hoy, las fuerzas para luchar por el mañana... y la capacidad de dar y recibir amor... Pero, todas estas cosas, no deberían encorsetarse, dentro de tantas mentiras, patrañas y oropeles... Porque la vida es más importante... Y sería mucho más agradable para todos, si aquél espíritu subyacente, lo incorporásemos a nuestro corazón...

Me temo que sigo siendo un bicho raro...

"But I´m not the only one..."