miércoles, 21 de septiembre de 2011

VENTAJAS DE UN ZAPATÓFONO...

Equilibrio... es caminar, descalza, sobre el metal... sintiendo la rugosidad de cada poro en la piel... quema... el sol ha lucido todo el día, con fuerza... pero sigues adelante, tranquila, sin mirarme...

De todas formas... ¿Para qué hacerlo, si sabes, de sobra, cómo me has dejado?

Y te miro....

Mantengo los ojos abiertos, sin llorar... Viendo cómo te marchas, despacito... En la mano, mi móvil, inútil cacharro, viejo y pesado, sobre todo, demasiado lleno de recuerdos, de besos esquivos, de llantos y despedidas... Demasiado lleno de ti...

Tu pies son hermosos.... está claro que te gusta cuidarte... Recuerdo aquellas perezosas mañanas de domingo, en la cama... Lo mucho que te gustaba que yo te diera leves masajes con crema hidratante... para dejarlos suaves... y si después iba subiendo lentamente por tus gemelos, tus muslos... Y lo que empezó siendo un pequeño masaje relajante, se convierte en tormenta de lujuria...

Por supuesto, eso fue hace mucho tiempo... Antes de descubrir mi oscuro secreto: trabajo en una línea erótica... Que tuviera clientes masculinos no te importaba demasiado, es más, incluso de daba algo de morbo... Pero que atendiera a otras mujeres, era algo superior a tus fuerzas... Y sentías muchísimos celos... Sin contar que lo descubriste precisamente al responder a mi anuncio "Jovencito bien dotado se ofrece para mujeres insatisfechas... Hazme tuyo..."

Puedo imaginar perfectamente tu cara, cuando escuchaste mi voz... "¿Ricardo? ¿Eres tú?... Pero... ¿Np trabajabas en una empresa de reparaciones a domicilio?" Aquella noche, cuando volví a casa, me estabas esperando, más o menos con el rodillo de amasar en la mano... Ni siquiera después de explicarte lo que ganaba mensualmente fuiste capaz de superar tu ataque de celos...

Y por eso estamos aquí, en la playa, mientras te alejas, caminando por la viga de hierro... Estás muy hermosa... y vista desde atrás, tienes un culo maravilloso... Una mujer hermosa, un hombre guapo, el mar, la soledad... No sé cómo podré seguir viviendo si tú te vas de mi vida, si no estás dispuesta a olvidar mis "deslices telefónicos"...

En aquél preciso momento, mi zapatófono comienza a sonar, con la melodía gay... Tremendamente cabreado, lo saco del bolsillo del pantalón y, tomando impulso, lo lanzo hacia delante con todas mis fuerzas... Siempre me ha gustado el béisbol... Por eso, anticipo su trayectoria...

No me da tiempo a avisarte... y te alcanza en plena nuca... Te caes al agua... menos mal que en aquél momento ya estabas lo bastante lejos de la orilla para no hacerte daño... Me lanzo detrás de ti, y te llevo de nuevo a la playa... Te deposito sobre la toalla, y te arropo... ¿Te habrás hecho daño?

"¿Estás bien?", te pregunto... "¿Qué ha pasado?", es tu respuesta... "Nada, amor... te has resbalado mientras hacías equilibrios sobre la viga..." "¿Y el trabajo? ¿Mucho lío en la compañía por las inundaciones del domingo?"...

Entonces, comprendo lo que ha sucedido: por culpa del tarascazo en la nuca que te he dado al lanzarte el zapatófono, combinado por la impresión del frío (que en diciembre, la temperatura del agua es muy baja en todas partes), te ha hecho perder la memoria... Por lo tanto, no recuerdas nada de nuestra conversación en la línea erótica, ni sufres de un ataque de celos, ni estás decidida a dejarme hoy mismo si no cambio de trabajo... porque no eres capaz de compartirme con otras personas...

Y mientras te beso, levemente, en los labios, mientras nos arropamos los dos en la marta, escuchando el sonido del mar... pienso que es una gran ventaja el tener un zapatófono de hace diez años... Porque con uno de esos ridículos teléfonos de última generación, el impacto no habría sido suficiente para hacerte olvidar... De villano a héroe, en pocos segundos... Gracias al zapatófono...

Aunque tendré que ocuparme de buscar una tapadera... porque no pienso dejar mi trabajo...